Monday, January 29, 2007

YO, FEMINISTA.

Hace ocho años, cuando por un golpe de suerte publiqué Mr. Verga vs. ProVida (Mexicali: Ediciones del Ateneo Práxedis Guerrero, 1999), vaticiné que el destino de la mitad de las mujeres de mi generación estaría marcado por una neurosis temprana y una incomprensión inmovilizante del mundo. En aquel momento, señalé la necesidad de re-re-re-fundar el movimiento feminista internacional con base en un ejercicio concientemente desaforado y desesperado del sexo, sin discriminaciones, ni pretensiones. La única limitante estaría dada por el uso del preservativo, pues a pesar de las risas, no deseaba ser acusado de andar promoviendo la transmisión del SIDA. Por supuesto que la propuesta era una mera guasonada, a sabiendas de que once de cada diez mujeres que escuchasen esta “propuesta” se mofarían de ella, en el mejor de los casos. En aquel momento, la intención de mi libelo (además de hacer un poco de activismo político contra las obscuras fuerzas del puritanismo que se vislumbraban en el futuro inmediato) consistía en efectuar una crítica a la interpretación light del feminismo y el amor libre, la cual me parecía harto evidente tanto entre l@s chic@s de mi generación y peor aún, entre mis camaradas. Concedía una importancia particular al asunto, pues mi personalidad megalómana me llevaba a atribuirme el poder de disipar la sombra de la ignorancia, a la cual atribuía semejante perversión de las ideas de los grandes luchadores sociales de antaño y de esta manera, contribuir a la solución de las nefastas consecuencias de estas distorsiones. Aunque la edición del libro se agotó en menos de dos años (la edición constaba de quinientos luminosos ejemplares), nunca se recibieron peticiones que condujesen a una reimpresión del tiraje original. Yo, como era de esperarse, no recibí ni recibiré jamás, un centavo por las regalías del escrito. Con el tiempo abandoné mi activismo social y devine en el indiferente esclavo que eventualmente terminaría por convertirse en el adicto al Internet. El libraco quedó en el olvido, al menos por lo que a mí respecta. Ahora, en los últimos días del 2006, resulta que recibo el reenvío de un e-mail proveniente de una agrupación de chicas, todas mayores de 30, que han decidido fundar una especie de sociedad que promueve los poderes curativos del sexo (no especifican curativos de qué, ni de quién). Este grupo de mujeres se ha establecido en un pequeño pueblito al norte del estado de Montana y tienen a Mr. Verga vs. Provida, como uno de los textos fundacionales de su nuevo movimiento. Aunque el reenvío provenía de uno de mis conocidos del ateneo, al principio pensé que se trataba de la broma de algún brillante lector insatisfecho con la tesis del libro, por lo cual estuve a punto de mandar al carajo el correo.. No obstante, la curiosidad mató al gato y en mi caso, me llevó a escribir unas cuantas líneas a la dirección que indicaba el envío original, añadiendo algunos datos sobre mi persona y mis relaciones con los editores de la obra. Una respuesta detallada y extensa fue recibida al día siguiente de mi correo. La sorpresa que me llevé resulta inefable, pues la organización no sólo existe, sino que cuenta con más de 20 mujeres afiliadas a ella. En el correo que me envían, remiten nombre y correo electrónico de cada una de ellas. Además, me piden encarecidamente ponerme en contacto, con la finalidad de profundizar algunos aspectos aquel texto que yo pensaba ya olvidado. Escéptico furibundo (y paranoico semi-retirado), decidí seguir indagando en el asunto y meter al azar 5 direcciones a mi Messenger, con la seguridad endeble de que nadie daría acuse de recibo. Esa misma tarde, las cinco direcciones habían sido integradas de manera exitosa y tuve la oportunidad de conversar en ese mismo momento con tres de sus propietarias. La conversación atenuó mis dudas sobre la posibilidad de ser víctima de mi propia broma y aumentó mi desconfianza sobre la identidad de las mentadas activistas del sexo. En resumen, me enteré de lo siguiente: resulta que el movimiento lleva operando de manera semiclandestina, desde agosto de 2005. El grupo se constituyó a finales del 2003 y desde entonces se dio a la tarea de buscar una localidad pequeña, en donde pudiesen establecer un discreto centro de operaciones. Aunque originalmente el activismo lo realizaban sólo los fines de semana (ya se sabe, entre semana hay que trabajar y cumplir con el sistema), hoy día al menos cuatro de ellas, cuyos trabajos no requieren la presencia en una oficina, que se han mudado al pequeño poblado y se dedican a llevar a cabo la refundación del feminismo, cada que la ocasión se presenta. La mayoría de los y las beneficiarias de sus acciones, son personas llegadas de otras partes de Montana e incluso de estados vecinos, que han sido contactadas de manera más o menos directa (conocid@s del trabajo o amig@s de amig@s) e invitadas a hacerles una visita. En promedio, la organización ejecuta entre diez y trece acciones por semana. La casa que sirve de base de operaciones para el grupo, opera disfrazada bajo la fachada de una modesta (pero increíblemente próspera) tienda de artículos de segunda mano. Es posible que este sea un dato inexacto, dado el carácter conspirador del asunto. Fiel a la jalada que aventuré en mi libelo, las nuevas activistas del feminismo treintañero no solicitan ningún tipo de compensación por las actividades que llevan a cabo (rompen la lógica del cápital). Tampoco establecen relaciones duraderas con ninguno de los mediums que permiten esta “novedosa” modalidad de activismo político; lo único que se les pide es manejar con discreción la información sobre el movimiento y difundirla solamente a personas de su entera confianza. La no-tan-pequeña sociedad conspiradora se mantiene completamente con las aportaciones de sus miembros; todo tipo de donativo externo se encuentra estrictamente “prohibido” por sus estatutos. Las decisiones, aún las que pudiesen considerarse más nimias, son tomadas colectivamente y existe el acuerdo común de abortar el proyecto, escindirse y fundar nuevas sociedades “secretas”, si en algún momento se llega a difundir información sobre el movimiento en los mass media.

Hace algunos meses (seis cuando mucho), leí un artículo del que para mí es el más lúcido de los pop-stars del pacifismo: John Zerzan. El artículo, publicado en el no menos (ni más) célebre Earth First, hacía mención de un movimiento novedoso que se encontraba llevando sus primeras acciones en los estados del noroeste americano; ignoro si la mención tiene alguna relación con el grupo que actualmente despliega esta erótica forma de subversión. Por lo pronto, hemos acordado en que pensaré la posibilidad de elaborar un segundo escrito, donde extienda y profundice las propuestas plasmadas en el texto original. No sé si deba o no revelarles la farsa. Finalmente, si han decidido tomar cartas en el asunto: ¿por qué no permitirles llevar a cabo el experimento y observar su alcance? En los próximos días intentaré ponerme en contacto con los chavos de Mexicali, con Zerzan y/o con los editores de Earth Fist, e indagar más sobre el asunto; mi paranoia-autoestima lo demanda. Sería divertido volver a escribir un panfleto y retomar la polaca por un rato. Ya les contaré si me animo a hacerlo.

Friday, January 19, 2007

LA MALA HORA




Juzgas (qué mas) poco saludable
mi infaltable tabletita de cada noche.
Yo digo que es lo más sensato que he hecho
por mi salud últimamente
(por mantenerme vivo acaso).


No me gusta despertar de madrugada:
es la hora de la mierda,
la hora de la duda y el silencio.

Odio (qué mas)
las preguntas de la noche.
Son demasiado jodedoras.
Exigen, aullan, sollozan, gimen;
suplican por una respuesta que les permita
esperar otro mundo, otro modo
de enfrentar una cosa sin rostro.
Que arrolla. Que muele. Que desgarra por dentro.

No me gustan esas preguntas,
no son necesarias.
La respuesta puede ser cualquiera
y no cambia la naturaleza de las cosas.
Las cosas son como son.
Eso es indudable.

Monday, January 08, 2007

EL GORDO GALICIA

Casi todos los hombres aspiramos en algún momento de nuestras vidas a ser héroes. No grandes héroes, por cierto. En realidad lo único que se necesita es que cierta persona nos vea como tales. Quizá se trate de una especie de locura producida por las historias de la infancia, un trastorno que hace que uno sienta la pulsión de rescatar a la princesa del peligro, liberarla del embrujo bajo el cual se encuentra, rescatarla del ferocísimo (guapérrimo, adinerado y/o cabroncísimo) dragón, salvarla de sí misma (¡Oh, sí! Esto especialmente). Es una idea bastante linda que te jode divinamente. Una y otra vez, ves fracasar la empresa, te quedas impotente, iracundo y a pesar de ello, sigues insistiendo jodidamente. Quizá a las mujeres les pase algo semejante, quizá sientan en alguna etapa de sus vidas la necesidad de ser mamá gallina y proteger al pollito indefenso. No sé. Nunca he aparentado ser un pollito y me cagan los cabrones que se hacen los sufridos para explotar la compasión de una mujer. Me pregunto si tales pusilánimes llegarán a sentir también en algún momento la necesidad de salvar a alguien. Quizá sí. Quizá su patetismo sea un intento permanente por salvarse a sí mismos. Afortunadamente, tales duendes no llegan a superar a los aprendices de héroe. Ahora mismo pienso en el buen Gordo Galicia, en su obsesión por las secretarias con maridos golpeadores, borrachos. Es un tipo simpático, noble. El mejor ejemplo de que la bondad no paga. Siempre la misma novelita. Tipos brutales que las tienen hasta la madre durante el día, que las dejan secas de tanto llorar, que las llenan de hijos antes de cumplir los treinta años. Y ahí está el Gordo Galicia, al pie del cañón, consolándolas, ofreciendo su hombro, llevándolas a comer para que se desahoguen, cargando al chamaquito mocoso y gritón, para que la madre pueda estar por unos minutos tranquila. Cualquiera pensaría que son la familia modelo: padre y esposo amoroso, una madre joven y bella, un par de escuincles berrinchudos y adorados por sus padres. Pero siempre hay que pagar la cuenta, despedirse y marcharse a casa. El Gordo Galicia se va al departamento que comparte con su madre y su hermano oligofrénico. Se encierra en el baño y se hace una chaqueta mientras piensa en ella. La joven madre se va también a casa, vuelve al infierno del marido infiel, borracho y/o golpeador. Regresa, como siempre lo hace, con aquél cabrón que coge tan delicioso. Si tiene suerte será una noche de mucho sexo, a raudales. Sexo por todos los orificios posibles. Sexo con alcohol y unas líneas de coca o unas buenas tachas. Es todo lo que ella necesita. El Gordo Galicia está bien para desahogar sus frustraciones. Para la noche lo que se necesita es un macho brutal, un semental que la pueda penetrar hasta el cervix. Es difícil encontrar un buen amante. Por un buen follador se pueden aguantar los madrazos y el papiloma, los gritos en público y trabajar para mantenerlo, todo con tal de chorrearse sin medida un par de veces a la semana. Cada semana. En lo que él la bota. Aún así, el Gordo Galicia persiste. Dice que no le importa quedarse eternamente en la entrada y jamás disfrutar del plato fuerte. Asegura que hay algo heroico en aguantar vara y brindar apoyo a la dama. Tiene una fe enorme. Está seguro de que algún día será correspondido y en mayor medida que el hijo de puta que regentea a su amada secretaria. La misma historia por años. Cambian los nombres, no los hechos. Yo no quiero ser un héroe. Yo ya no quiero ser un héroe. No critico al Gordo Galicia, lo entiendo. Yo lo intenté también por años, con la misma fe, con la misma abnegación, pera ya no puedo. No soy un héroe, nunca lo fui y nunca lo seré. Me cansé, me harté sobre todo. No voy a seguir calentando la cama para que otro cabrón venga y se acueste. Allá aquellos que quieran seguir aspirando a ser héroes. No estoy para salvar a nadie y tampoco quiero que me salven La única heroína que necesito la consigo con mi dealer. Suficiente para sentirme bien por un rato y coger sin complicaciones con una putita tan adicta y destrozada, como yo mismo me encuentro.