Como todo necio, lo que más me molesta observar en el otro es mi imagen. Ya he hablado en otras ocasiones al respecto. Ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio. D. me provocó el otro día con una afirmación urticante: todo mundo tarde o temprano te decepcionará. Aunque mi romanticismo me impide adherirme a su afirmación, tuve oportunidad de comprobar los fundamentos de ella anteayer por la tarde, mientras vagaba por la matrix: Eldridge Cleaver es el responsable de este chasco. Ex-convicto, autor de un par de libros, articulista furibundo, ex-ministro de información del partido pantera negra, perseguido político del gobierno racista de Ronald Reagan cuando este era gobernador de California (pinche California, junto con Texas concentra la mierda más apestosa del Imperio), el singao negro me ha regalado una decepción comparable a la que siento cuando leo al Paz de los 80 y 90´s y lo comparo con mi querido Octavio de los años 30, 40 y 50´s.
El asunto es el siguiente: Eldridge Cleaver, perseguido político de finales de los 60´s, abandona la América racista que lo perseguía e intentaba asesinarlo cada 15 días y se larga como prófugo, errando por varios países y manteniéndose en diversas luchas anticolonialistas-imperialistas hasta llegar a Francia. Después de algún tiempo, el cabrón negro regresa a América como un cristiano renacido y se declarado enemigo de las drogas, los movimientos armados y las flatulencias, para terminar arrastrándose por una candidatura al senado por el partido republicano.
Me importa un bledo la normalidad del asunto o las demostraciones acerca de la naturaleza humana detrás de su comportamiento; desde ahora cada vez que piense en el Eldridge Cleaver que regresó a América, pensaré en un marica que se bajó los pantalones después de haber proclamado a los cuatro vientos que sus posiciones eran irreductibles. Sé que no es ni el primer, ni el último radical que termina militando en el bando de sus enemigos de la juventud-adultez temprana, ejemplos de ello abundan en la polaka mexicana, pero la verdad es que este cabrón me duele porque pese a las profundas diferencias entre su pensamiento y el mío, Cleaver me parecía hasta hace unos días un negro con muchos güevos. Cleaver fue un tipo que como otros afroamericanos de entonces y ahora, estuvo condenado a la marginación y a la hijoputería durante los primeros años de su vida. La experiencia de su primer encierro lo transformó radicalmente y lo hizo comprometerse con la lucha del pueblo negro por sacudirse el yugo colonialista al interior de los Estados Unidos de América. Fue promotor activo de los grupos de autodefensa ante las embestidas de los cerdos racistas de la policía del estado de California. Convocó a la creación de los Estados Unidos Africanos (afroamericanos) y fue recibido en diversos países como representante legítimo de un pueblo con derecho a ser reconocido. Dio vida a las palabras expresadas por Marcus Garvey, Malcom X, Stokely Carmichael, Franz Fanon, Ernesto Guevara y sobre todo a la voz de un pueblo humillado por los intereses económicos y los prejuicios raciales de los poderosos.
Soy predecible y visceral, quien me ha escuchado una vez me ha escuchado todas las veces. Eldridge Cleaver murió en 1998, al menos eso reportan sus biógrafos. Para mí Cleaver murió, como el mismo declaró alguna vez, durante una emboscada en Oakland, al lado de un joven compañero del partido de los panteras negras. El Cleaver que regresó a los Estados Unidos Fascistas era sólo su cadáver, un espantapájaros, una caricatura del negro colosal que cimbró los cimientos del Imperio e hizo cagarse de miedo a los gendarmes y gerentes del poder oculto de la América neo-nazi. No sé si yo mismo algún día termine como Cleaver, tal como predijo hace algunos años uno de mis entrañables críticos; de lo que estoy absolutamente seguro al momento de escribir esto, es de que no quiero terminar mis días siendo un puerco más de la piara abusiva que aún hoy, me produce tanto odio.
El asunto es el siguiente: Eldridge Cleaver, perseguido político de finales de los 60´s, abandona la América racista que lo perseguía e intentaba asesinarlo cada 15 días y se larga como prófugo, errando por varios países y manteniéndose en diversas luchas anticolonialistas-imperialistas hasta llegar a Francia. Después de algún tiempo, el cabrón negro regresa a América como un cristiano renacido y se declarado enemigo de las drogas, los movimientos armados y las flatulencias, para terminar arrastrándose por una candidatura al senado por el partido republicano.
Me importa un bledo la normalidad del asunto o las demostraciones acerca de la naturaleza humana detrás de su comportamiento; desde ahora cada vez que piense en el Eldridge Cleaver que regresó a América, pensaré en un marica que se bajó los pantalones después de haber proclamado a los cuatro vientos que sus posiciones eran irreductibles. Sé que no es ni el primer, ni el último radical que termina militando en el bando de sus enemigos de la juventud-adultez temprana, ejemplos de ello abundan en la polaka mexicana, pero la verdad es que este cabrón me duele porque pese a las profundas diferencias entre su pensamiento y el mío, Cleaver me parecía hasta hace unos días un negro con muchos güevos. Cleaver fue un tipo que como otros afroamericanos de entonces y ahora, estuvo condenado a la marginación y a la hijoputería durante los primeros años de su vida. La experiencia de su primer encierro lo transformó radicalmente y lo hizo comprometerse con la lucha del pueblo negro por sacudirse el yugo colonialista al interior de los Estados Unidos de América. Fue promotor activo de los grupos de autodefensa ante las embestidas de los cerdos racistas de la policía del estado de California. Convocó a la creación de los Estados Unidos Africanos (afroamericanos) y fue recibido en diversos países como representante legítimo de un pueblo con derecho a ser reconocido. Dio vida a las palabras expresadas por Marcus Garvey, Malcom X, Stokely Carmichael, Franz Fanon, Ernesto Guevara y sobre todo a la voz de un pueblo humillado por los intereses económicos y los prejuicios raciales de los poderosos.
Soy predecible y visceral, quien me ha escuchado una vez me ha escuchado todas las veces. Eldridge Cleaver murió en 1998, al menos eso reportan sus biógrafos. Para mí Cleaver murió, como el mismo declaró alguna vez, durante una emboscada en Oakland, al lado de un joven compañero del partido de los panteras negras. El Cleaver que regresó a los Estados Unidos Fascistas era sólo su cadáver, un espantapájaros, una caricatura del negro colosal que cimbró los cimientos del Imperio e hizo cagarse de miedo a los gendarmes y gerentes del poder oculto de la América neo-nazi. No sé si yo mismo algún día termine como Cleaver, tal como predijo hace algunos años uno de mis entrañables críticos; de lo que estoy absolutamente seguro al momento de escribir esto, es de que no quiero terminar mis días siendo un puerco más de la piara abusiva que aún hoy, me produce tanto odio.
9 comments:
Te lo dije.
Lo peor es pensar en las mil decepciones que todavía nos faltan.
D.
Jajajaja ese "te lo dije" suena de la chingada
Yo no te lo dije.
Lo que puede estar pasando es que estas haciendo una generalización basándote en un caso particular.
No sé si a todos los cristianos renacidos les pase lo mismo, pero de que cambian radicalmente... cambian.
Y es muy desepcionante ver caer a uno de nuestros ídolos, aunque puede ser lo que dice JEP: "Ahora somos todo lo que odiábamos cuando éramos jóvenes"
Me gustan tus berrinches, amigo Ícaro.
un abrazo
C-A: pos sí, pensar en lo que nos falta esta del nabo...
Luis David: los cristianos renacidos son personajes muy raros. No puedo decir que Cleaver o alguna otra persona ocupe hoy día el papel de ídolo o algo similar en mi vida; dejé de tener ídolos en 1994, cuando Senna embarró su auto en Italia. Esa frase de Pepe Millo es contundente, muchos podrían decirla a los 21 años...
Abrazos a ambos.
siempre pasa.... te acuerdas de la pelicula de "el bulto" .... al menos tu no estuviste en coma todo este tiempo
;)
Monigote en vuelo: Siempre nos van a decepcionar las personas y las cosas. Recuerda que es mejor no esperar, así no habrá forma de que rompan la expectativa. Ahora la prengunta es ¿Se puede dejar de esperar?
San querida: a veces pienso que si estoy en una especie de coma encubierto, je, je...
Ozho: Se me ocurre que decepcionarnos es la manera de condenar en el otro, lo que nosotros mismos no somos capaces de asumir. La respuesta: si. Nueva pregunta: ¿puedo/quiero yo dejar de esperar?
Mañana es el gran día!!! sé que todo va a salir excelente.
Nos vemos a la hora acordada, te quiero un chingo.
Yo también te quero mmmuuucho Bomboret.
See you tomorrow.
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