Wednesday, May 03, 2006

LOS CARACOLES

Lento, se arrastra, dejando detrás su hilito de plata. Bajo el sol de la joven mañana, busca saciar su sed en un charco de agua. Ya se estira, ya se encoge, con enorme esfuerzo carga con su hogar a cuestas. Cruza el jardín sorteando los múltiples peligros: el pajarraco del árbol de la entrada, las llantas del automóvil rojo que parte temprano de lunes a viernes (y a veces también los sábados). Tántos y tan añejos peligros, que los miembros de la Familia Caracol han sabido sortear con la experiencia acumulada durante generaciones. Sí, se las han arreglado bien; la vida los ha vuelto duros, sencillos, difíciles de derrotar. Pero ningún ser vivo es invulnerable. Ni siquiera cuando tiene una armadura integrada. El peligro acecha, la tranquilidad es efimera; acaso una ficción. Desde hace ya tiempo, un ente siniestro deja sentir su maligna presencia. Se trata de algo temible, sanguinario, cruel, implacable, odioso, activo, risueño, monstruoso… Contra este terrible ser no hay experiencia que valga, no hay refugio seguro, no hay esperanza. Cada día, poco después de que el sol rebasa su cenit, la bestia que emite carcajadas demoniacas y lanza aterradoras miradas llenas de curiosidad, explora lentamente el patio. Con infinita paciencia, propia de tan atroz demonio, revisa cada rincón del jardín, en busca de algún tímido y rastrero constructor de caminos de luz. Si lo encuentra, su suerte está echada: el ser infernal, émulo de Polifemo, alza por los aires al indefenso caracol y lo destroza contra el suelo. ¡Qué lejos están los días en los que la otrora feliz Familia Caracol podía ir a descansar, en vez de tener la certeza de llorar cada tarde a sus muertos! Sólo cuando el sol se oculta, el agua cae del cielo o un grito chillón demanda: “hijo, ya metete a la casa”, los caracoles pueden respirar en paz.

¡Ahhh! ¡Si el tiempo pudiese volver atrás!

8 comments:

Anonymous said...

qué te digo, querido ícaro, sabes que últimamente he sentido una gran debilidad por el sabio caracol, el compendioso caracol apresurado.

Anonymous said...

Mmmm... a ver si no sale repetido el mensaje.

Recuerdo bien la debilidad por el sabio caracol, el compendioso caracol apresurado. No sé por qué, pero parece que estos bichitos tienen la capacidad de generar simpatías, por lo menos entre los niños. Aquí dejo un fragmento de un poema de G. Lorca que me gusta mucho, quien lo quiera leer o releer completo, de click aquí.


LOS ENCUENTROS DE UN CARACOL AVENTURERO
Diciembre de 1918
(Granada)
A Ramón P. Roda.

Hay dulzura infantil
en la mañana quieta.
Los árboles extienden
sus brazos a la tierra.
Un vaho tembloroso
cubre las sementeras,
y las arañas tienden
sus caminos de seda
-rayas al cristal limpio
del aire-.
En la alameda
un manantial recita
su canto entre las hierbas.
Y el caracol, pacífico
burgués de la vereda,
ignorado y humilde,
el paisaje contempla.
La divina quietud
de la Naturaleza
le dio valor y fe,
y olvidando las penas
de su hogar, deseó
ver el fin de la senda.

* * *

La hormiga, medio muerta,
dice muy tristemente:
"Yo he visto las estrellas."
"¿Qué son las estrellas?", dicen
las hormigas inquietas.
Y el caracol pregunta
pensativo: "¿Estrellas?"
"Sí -repite la hormiga-,
he visto las estrellas,
subí al árbol más alto
que tiene la alameda
y vi miles de ojos
dentro de mis tinieblas".
El caracol pregunta:
"¿Pero qué son las estrellas?"
"Son luces que llevamos
sobre nuestra cabeza".
"Nosotras no las vemos",
las hormigas comentan.
Y el caracol: "Mi vista
sólo alcanza a las hierbas."

* * *

Saludos.

Pd. ¿Por qué todos puestitos bicicleteros de tacos de canasta tienen un plástico azul? ¿Tradición, o pertenecen a alguna cadena taquera?

Anonymous said...

Bueno, puntualizo: entre algunos niños, evidentemente no el del relato, je, je... ¿A las niñas como que les generan asco, no?

Anonymous said...

ummmmm tu crees q a mi me den asco??? En el atrio de la iglesia de mi pueblo...

Anonymous said...

Ah, Princesa querida!!!

Creo que tú siempre has sido una niña bien especial... Venga, cuéntanos que pasó en el atrio de la iglesia de tu pueblo.

Anonymous said...

mmmm... no sé por qué tengan un plástico azul los canasteros ciclistas. sé que sí debes pagar una cuota a la colonia (por lo menos en la sta maría); preguntaré mañana si veo al de la condesa.

prometido.

Anonymous said...

Ok. Es sólo que me dió curiosidad al ver la ilustración del antrobiótica jornalero del pasado jueves.

Anonymous said...

Te lo cuento en persona porque ya lo pense mejor y no creo que valga la pena compartirlo...para mi es un lindo recuerdo pero ya